Miércoles de Ceniza

El pasado miércoles 18 de Febrero se celebró el Miércoles de Ceniza. En la UDEM, un grupo de maestros y colaboradores realizaron las celebraciones en un horario de 8:00h. a 18:00h. en nuestra capilla del Centro de la Comunidad. A través de este espacio, el Departamento de Espiritualidad,  busca hacer conciencia de las actitudes que la Iglesia invita a practicar en tiempo de Cuaresma, reconocer que somos personas limitadas y necesitadas de Dios, practicar la compasión, el perdón, la reconciliación, la solidaridad, la tolerancia y la caridad.

En las celebraciones se reflexionó sobre el mensaje cuaresmal que el Papa Francisco escribió; nos dice que este tiempo litúrgico es un tiempo de renovación pero también de gracia. Nos pide no ser indiferentes recordando aquello que nos dice San Pablo “Si un miembro sufre, todos sufren con él” (1Cor 12,26).

El Papa nos interpela de nuevo con él ¿Dónde está tu hermano? (Gn. 4,9) Si Dios quiere que seamos un solo cuerpo ¿lo hacemos en la parroquia, en la comunidad eclesial, en casa? ¿Hasta dónde somos un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños y se hace cargo de ellos?

El Santo Padre nos remite también a Santa Teresita de Lisieux, doctora de la Iglesia: “La alegría en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima”.

Como individuos dice el Santo Padre, tenemos la tentación a la indiferencia. Como seguidores de Jesús, “toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí mismo, sino que es enviada a todos los hombres”.

El Vicario de Cristo nos hace un llamado hermoso y urgente, que las parroquias, comunidades y familias lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia”.

Ante las noticias negativas que nos bombardean todos los días, estamos llamados a fortalecer nuestros corazones (St. 5,8) El Papa nos sugiere tres herramientas para hacerlo:

1.- Orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial.

2.- Practicar la caridad con las personas necesitadas.

3.- Seguir nuestro proceso de conversión, reconociendo que somos limitados y necesitamos de Dios.

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