Pláticas Cuaresmales

Por: Mariana García (2do. Semestre de Mercadotecnia)

El pasado jueves 26 de febrero recibimos a Monseñor Juan Armando Pérez Talamantes, Obispo Auxiliar de Monterrey, quien nos vino a compartir una plática acerca de la Cuaresma. El objetivo era principalmente compartirnos acerca del mensaje del Papa Francisco, “fortalezcan sus corazones” e invitarnos a vivir una Cuaresma diferente, más profunda.

La conferencia se llevó a cabo en la sala de Residencias UDEM a las 11:30 y hubo gran respuesta por parte de los alumnos y maestros de la UDEM. Comenzamos la conferencia con un diálogo abierto dirigida por la Hermana Adriana Calzada Vázquez, quien nos invitó a compartir nuestra opinión y perspectiva acerca de la Cuaresma. A mí me gustó mucho escuchar las opiniones de mis compañeros, pues me di cuenta de la diversidad de ideas que existen sobre este tiempo litúrgico y que muchas veces tenemos una idea equivocada o incompleta de lo que es la Cuaresma. Muchas veces pensamos que la Cuaresma es un tiempo de preparación para la muerte de Jesús, un tiempo de penitencia, de “sufrimiento”… muchas veces asociamos directamente la Cuaresma con dolor, sufrimiento, tristeza. Y no está del todo mal, pero es una idea incompleta. Se nos ha olvidado que la Cuaresma es un tiempo de preparación para la Resurrección de Cristo. La penitencia, el ayuno, los pequeños actos de amor (sacrificios) que hacemos durante estos cuarenta días son solamente medios que nos ayudarán a morir a nosotros mismos, a morir a nuestra vanidad, egoísmo, indiferencia, etc. para resucitar junto con Cristo el Domingo de Resurrección. La Cuaresma es un tiempo litúrgico que debemos aprovechar para analizarnos a nosotros mismos y ver en qué podemos cambiar, cómo podemos mejorar. Yo comenté durante el diálogo que una vez escuché a alguien decir que la Cuaresma es como el tiempo en que nos preparamos para una fiesta… estamos organizando la fiesta, comprando las cosas, invitando a nuestros amigos, etc. Y la fiesta en este caso es la Pascua, que viene después de la Resurrección de Jesús. Por eso es importante que cambiemos nuestra perspectiva acerca de la Cuaresma y en vez de relacionarla con el dolor, relacionarla con el amor… el amor de un Dios que no solamente murió por nosotros, sino que resucitó para que nosotros gozáramos de la vida eterna.

Después de este enriquecedor diálogo acerca de la Cuaresma, Monseñor nos compartió algunas palabras. En general, habló sobre nuestra misión como profetas. Una misión que adquirimos desde el Bautismo y que muchas veces pasamos por alto. Nos invitó a, en esta Cuaresma, estar atentos y practicar la corrección fraterna con nuestros hermanos. No tener miedo a corregir o aconsejar a alguien, pues es nuestro trabajo instaurar el Reino de Dios aquí en la tierra y muchas veces la única manera de hacer que un hermano enderece su camino, es diciéndole en qué se equivoca y cómo puede mejorar. Debemos estar vigilantes, como centinelas, no quedarnos dormidos… pues si nos descuidamos, el enemigo se puede aprovechar y tomar ventaja sobre nosotros y sobre nuestros hermanos. Nos invita, como el Papa Francisco, a no ser indiferentes. Preocuparnos por el hermano que tenemos a lado, dirigirlos hacia Cristo. Nos invita a mirar a los que nos rodean y ver si todos vamos a la par en el camino hacia la santidad. Para mí fueron palabras muy alentadoras y verdaderamente me han hecho reflexionar acerca de cómo estoy llevando a cabo mi misión de profeta. Me invita, a esta Cuaresma, a dejar a un lado mi indiferencia, olvidarme de mí misma y ser “isla de misericordia en un mar de indiferencia”.

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