Por: Sirene Gutiérrez, LMI, 4to. semestre.
Estoy a unos días de vivir una de las experiencias más retadoras y anheladas de mi vida, irme de Misiones a Chimbote Perú. Voy con mucha incertidumbre y sin expectativa alguna, tal vez eso es lo que más me emociona, pues estoy descubriendo el poder de mi fe. Estoy tranquila y siento mucha paz, voy con toda la disposición para dar y recibir. Hay muchas cosas que dan vuelta en mi cabeza y me hacen dudar, pero mi fe es más fuerte, es como un fuego interior que es tan grande que siento la necesidad de compartirlo.
Los tiempos de Dios son perfectos, y creo que cuando Él te llama y tú respondes Él empieza a prepararte, y cuando llega el momento Él pone todos los medios para que se haga su voluntad.
Sé que Dios va con nosotros, me he entregado a Él desde el inicio de este proyecto, y a través de mis acciones y palabras también se hará presente allá. Voy a entregarme a los demás, a dar todo de mí, pues las barreras culturales no impiden a un corazón expresarse y sentir. Se trata de salir de la burbuja e ir al encuentro de Dios, quien ha preparado mi corazón y lo seguirá haciendo durante la misión e incluso después, pues un corazón que ha sido tocado por Dios nunca deja de crecer.